CON LA MISA A OTRA PARTE

A veces, como en la historia de cualquier otra institución, hemos encontrado una Iglesia Católica con capítulos de encomiable labor y otros de vergonzosas calamidades. Sin embargo y tras unas últimas décadas de “reflexión y sosiego”, hemos asistido a una sucesión de capítulos verdaderamente bochornosos e insultantes ya no solo para aquellos que no profesan esa fe, sino también para aquellos que sí lo hacen. No hace demasiados días, ejerciendo el Obispo de Tenerife de abogado de no sé qué causa, justificaba el abuso de menores por parte de algunos sacerdotes “como consecuencia de que algunos niños consienten, e incluso provocan”. Pues bien, sin habernos recuperado aún de semejante y abominable perversión, nos despertamos el pasado fin de semana con la noticia de que el Obispo de Orihuela-Alicante considera el Divorcio Express una facilidad moderna para destruir la familia, cuando en otros tiempos, en caso de malos tratos había más paciencia y comprensión y no se llegaba a ese extremo.

Señor Palmero, ¿insinúa usted que la decisión de las mujeres maltratadas de divorciarse es fruto de la impaciencia y de la incomprensión? Siendo generoso en el adjetivo, las últimas declaraciones pronunciadas por el Obispo son, como mínimo, indecentes. Indecentes e inmorales, teniendo en cuenta que usted debe haber oficiado ya varias misas en nuestra provincia de mujeres asesinadas por el terrorismo machista.

A todos al igual que al Obispo nos gusta el vino Fondillón. Es decir, tomando un vino en intimidad cada uno puede decir aquello que le venga en gana, no seré yo quien limite su libertad de expresión. Eso sí, cuando usted se pone la sotana e imparte lecciones de moral, debe tener muy en cuenta qué valores está usted transmitiendo a sus fieles. No se equivoque, no se las estoy impartiendo yo, se las imparte la opinión pública por suerte cada vez más alejada de su criterio y de aquellos que lo comparten.

Tampoco puede usted tachar de enfermos a los homosexuales y continuar con la conciencia limpia. Si esto fuese así, cumpliendo con su tradicional labor social muchos de sus seminarios hubiesen cambiado su naturaleza instructiva para convertirse en “Centros de Rehabilitación Cristiana”. Los homosexuales no son enfermos, son gente que ahora por fortuna sí tienen los mismos derechos que usted y que yo. Del mismo modo que usted y yo tenemos la libertad de disponer o no de ese derecho sin tener porqué esconder la sexualidad de cada uno, tal y como usted sugiere.

Arropándose con este ideario falto absoluto de toda identidad moral, afirma también que la asignatura “Educación para la Ciudadanía” no es digna de un gobierno democrático ya que refleja también el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Qué es para usted entonces un gobierno democrático? ¿le parece democrático que tan solo el 1,09% de los puestos ejecutivos de la Conferencia Episcopal sean ocupados por mujeres? ¿le parece por tanto anti-democrática la nueva Ley de Igualdad? Los jóvenes alicantinos, también los socialistas, también los socialistas-cristianos, esperamos una respuesta ante la ostia (permítame la expresión) que nos hemos encontrado sin pedirle comunión.

Argumento esto bajo la más sincera esperanza de que corrija urgentemente sus declaraciones en primer lugar y su criterio en segundo. No puede usted inculcar valores de respeto e igualdad a los jóvenes alicantinos mientras usted mismo no se crea su propia misa. No caiga en la hipocresía por tanto, de aquellos que no se creen su propio discurso.

Raúl Ruiz Corchero